18.12.06

Las guerras que nunca vimos

Recuerdo la famosa foto que realizó Robert Cappa durante la Guerra Civil Española, en la que un miliciano anarquista es fusilado en el combate con los rebeldes franquistas en el Cerro Muriano de Córdoba el 5 de septiembre de 1936. En ella, el fusilado acaba de morir (si hemos de creer que lo que se afirma en esa fotografía). En aquel momento debió de causar enorme polémica. De hecho, la toma parece incluso reflejar cierta energía y movimiento mientras se desploma el sujeto. Sin embargo, no deja de ser un anónimo quien muere ante nuestra mirada, a través del objetivo de una cámara.
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Aquí me viene en mente la controversia que tuvieron las imágenes mostradas en los medios de comunicación españoles sobre el atentado del 11-M. La guerra y las matanzas destruyen lo que identifica a la gente como seres humanos, como individuos. Se verá siempre a distancia: como imagen.

Sin embargo, hay que tener en cuenta el doble mensaje que lleva a veces la imagen de prensa: por ejemplo en los reportajes sobre las hambrunas y guerras civiles de algunos países de África, se muestra el sufrimiento injusto que mueve a la indignación y que debería ser remediado. Aunque no deja de parecerme una penosa influencia que viene de la costumbre de exhibir seres humanos exóticos; es decir, colonizados, africanos y habitantes de remotos países asiáticos que se presentan como animales de zoológico como se hizo de antaño en exposiciones etnológicas en las capitales europeas hasta comienzos del siglo XX. A mi juicio mientras existan los medios, jamás se llegará a un consenso sobre lo que se refiere al modo de presentación que requiere la información como fiel traductor de realidad: ¿mostrar o no mostrar?, y ¿dónde quedan los valores éticos y la privacidad de las personas? Para mí, durante aquel 11-M se transgredieron todas las fronteras del morbo y finalmente, del respeto.

Definitivamente, el concepto de imagen informatizada a día de hoy debe cambiar, dado a que como he dicho al principio, sustituye y constituye lo real, llevándonos a la desinformación y en el peor de los casos a la contrainformación.

Me parecen muy adecuadas las palabras que hace décadas formuló Marshall Mc Luhan: “ El medio que es el mensaje se convierte en masaje.” De esto, los propagandistas saben mucho.