5.1.07

Plantas medicinales

Un tema que en los últimos meses me ha empezado a interesar el empleo de las plantas con fines terapéuticos. Probablmente porque cada vez que regreso de La Rioja al norte de la península llevo en mi bolsillo toda una variedad de plantas aromáticas como el té de roca, el espliego en temporada, romero y otras hierbas. Cada cuál huele mejor que cualquier hierba que he podido conseguir por Vizcaya. Aunque en la huerta de mi casa existen todo tipo de hierbas como la melisa, salvia o la hierbabuena, con dificultad se encuentran las que llevan los aromas más intensos, como la mirra o el tomillo
En realidad, el empleo de las plantas con fines terapéuticos ha estado siempre presente en la vida del hombre, y mantiene aún una amplia validez a pesar del poderío y de la competencia de la química farmacéutica, basada fundamentalmente en principios activos de síntesis.
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Sin embargo, el enorme desarrollo de la industria farmacéutica, con sus colosales intereses económicos distribuidos por todo el mundo, así como las indudables ventajas ofrecidas por numerosos productos industriales, han borrado prácticamente la fitoterapia de la práctica de la medicina moderna. La disponibilidad de principios activos en preparaciones perfectamente estabilizadas, a dosis cuidadosamente prefijadas, fácilmente transportables, con efectos terapéuticos en definitiva bastante reconocidos, había en efecto de relegar la fitoterapia a una escasísima utilización.

Con relación a otras formas terapéuticas, que por criticable comodidad se definen como alternativas o heterodoxas, la fitoterapia posee características muy peculiares, sobre todo por lo concreto de sus indicaciones y por la experimentada solidez de éstas, que han pasado la criba de una tradición más que antigua. En efecto, hay que admitir que gran parte de las denominadas prácticas médicas heterodoxas se basan en principios teóricos a menudo bastante disparatados y que, en cualquier caso, contrastan con las posturas más ampliamente aceptadas de la ciencia moderna; además, una parte nada despreciable de sus recursos operativos están caracterizados por una gratuidad difícilmente aceptable en el plano racional.