12.11.06

La civilización del desperdicio

Hoy llueve, el cielo está grisacio y el día parece muy poco prometedor. Ayer me paseaba en manga corta por ciudad y parecía que el veranillo de San Miguel pretendía perdurar hasta diciembre. Me gustaría saber cuánta gente se habrá acercado a la playa para disfrutar del buen tiempo. A fecha de 11 de noviembre de 2006, bien entrado el otoño, el tiempo a mí me resulta cada vez más una caja de sorpresas. Los titulares hablan del verano más caluroso desde hace décadas en la zona norte. Pero el tiempo no ha de confundirse con el clima porque el tiempo siempre es cambiante, puede ser estable o inestable. Sin embargo la climatología expresa el promedio de subida o bajada de temperatura. El clima ha aumentado indudablemente en los últimos años y lo hará en el futuro con graves consecuencias para nuestara vida. El calentamiento de la tierra, provocado por los países industrializados, ha traido consigo inminentes cambios, entre ellos el cambio climático. Afortunada sería la humanidad si pensara que ésta última es la única de las consecuencias que acarrea una actitud que nos identifica: desperdiciar sin pensar en las consecuencias que conlleva. No solo para nosotros sino también para las generaciones futuras. Somos capaces de gastar o malgastar energía cuando podemos hacerlo con menos, y mejor. Las energías renovables como la solar, los biocarburantes o el hidrógeno, a pesar de su constante desarrollo y el empeño empresarial por promocionarlas, ofrecen por ahora pocas posibilidades de sustitución por las fuentes de obtención de energía que se usan habitualmente. Esto se debe a que las energías renovables no son acumulables, es decir, junto a ellas han de utilizarse energías ya almacenadas en reserva (no renovables). Las energías renovalbes serán pues siempre un complemento a las actuales. El mundo debe aprender entonces a administrar y dosificar la energía que utiliza hoy en día, porque se acaba y lo peor es que no podrá ser sustituida de otra forma. ¡Es una dura realidad! Por eso es importante fomentar un cambio de costumbres, un cambio de raíz. Hoy por hoy considero muy difícil cambiar las costumbres en una sociedad de bienestar en la que únicamente se piensa en el presente, no en el futuro.